A veces luchamos tanto para ser bendecidos y, por más que nos
esforzamos, no lo somos. Al contrario, los Cielos permanecen cerrados y no hay
señal de que será diferente. Todo está estático, no hay cambio; es como si Dios
no estuviera.
Por más que oremos, gimamos y clamemos, no hay respuestas; todo sigue
igual, llegando a desesperarnos por no entender qué está pasando.
Dios no se agrada con
esta situación, porque Él desea bendecirnos; pero es necesario que para recibir
las bendiciones estemos en el orden divino. No basta con orar, ayunar e
interceder, si hay condiciones en nosotros que no están en orden.
Primero
tenemos que reconocer lo que tenemos pero no Le agrada; segundo, qué estamos
haciendo que no es de Su aprobación; y tercero, con quiénes estamos
compartiendo pero están fuera de Su propósito. Porque Abraham fue bendecido
cuando se separó de su primo Lot, pues él no estaba alineado.
Miremos los
que están alrededor de nosotros, y pidámosle confirmación al Señor de si estas
personas son obstáculos para nuestra bendición. Si Su respuesta es afirmativa,
alejémonos como se alejó Abraham, porque a partir de ese momento Dios nos
bendecirá.
Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios
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Bendiciones