Josué 14:6-11 dice:
“6 Y los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti. 7 Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón. 8 Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios. 9 Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios. 10 Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. 11 Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar”.
Cuando vienes del mundo y entras a la dimensión de ser hijo de Dios, automáticamente todas las promesas que tiene Dios en Su palabra tienen que venir sobre tu vida y de nosotros va a depender el que cada palabra de esas promesas empiecen a cumplirse.
Caleb es un hombre poco común, la Biblia no habla mucho de él. Este hombre fue uno de los doce espías, fue escogido por Moisés, entró en la tierra prometida y dice la Palabra que tenía un espíritu y un corazón diferente, por esto, Dios lo recompensó con una promesa.
Caleb era un hombre como cualquiera de nosotros, se movió en aquel ambiente igual como nosotros nos movemos ahora, era un ambiente difícil; él salió de ser esclavo en Egipto y entró al desierto, a pesar de esto, Caleb se mantuvo. El desierto no era un resort, sino que era puro fuego, pura prueba, había sed, hambre, condiciones adversas.
Caleb vivía con una lucha interior en su espíritu y su alma, porque como tenía un corazón y un espíritu diferente a los demás, él nunca se dejó contaminar con lo que el pueblo hacía y decía. Cuando esta gente salió de Egipto, lo hicieron con una mentalidad de esclavo, ya estaban acostumbrados, tenían un hábito, forma de vida y circunstancias externas e internas que no le permitían ver más allá de lo que ellos podían sentir y Caleb iba dentro de ese pueblo, pero no se dejó contaminar, su espíritu, corazón y mente se mantuvieron.
Esto nos da una enseñanza tremenda, que no tenemos excusa cuando alguien nos contamina, no tenemos excusa cuando escuchamos algo que sabemos que no es verdad. Esto te enseña que aunque estés en la iglesia, pase lo que pase, todo va a depender de la actitud de tu corazón y de tu espíritu para que no se contamine. El problema es que no hemos aprendido a luchar para mantener un espíritu limpio y puro para lo que Dios nos ha llamado a nosotros, estamos más preocupados en lo que vemos en nuestro entorno, que en lo que tenemos dentro.
Cuando tú controles lo de adentro, lo de afuera está ganado. Caleb tenía control de lo de adentro, él entendió que tenía que tener el control porque cuando viene y es desatada una promesa de parte de Dios, si no tienes control adentro, la promesa no se cumple.
Uno de los espíritus con los que está luchando más la iglesia se llama el espíritu de inconformidad, este abarca una amalgama como de 70 espíritus, esto te da insatisfacción, depresión, coraje, impotencia, porque nunca estás conforme con nada.
El hombre que tiene un corazón y un espíritu diferente, tiene una relación diferente con Dios a la que tiene todo el mundo. Cuando tienes un espíritu y un corazón diferente, siempre vas a marcar la diferencia. La gente cree que es diferente porque está lleno por dentro y no es así, para ser diferente tienes que estar lleno por dentro y rebosado por fuera.
Si eres hijo de Dios y no demuestras lo que Dios tiene para los hijos de Dios, entonces usted está en problemas, porque está poniendo en rejuego el honor de Dios. Si dices que eres hijo de Dios y andas con depresión, tienes problema, porque la Palabra dice que el Espíritu de Dios que está dentro de ti da carta abierta a la paz y al gozo.
Tienes que aprender a manejar la verdad bajo el propósito de Dios, una verdad fuera del propósito de Dios, es el mejor alimento de Satanás, nosotros tenemos el control de manejar nuestra verdad bajo el propósito de Dios y no deja de ser verdad.
En los hijos de Dios hay una realidad y caminamos en esa realidad, pero también hay una verdad absoluta. Si esta realidad es palpable con los sentidos, esta verdad es palpable en el espíritu. Si estás basado en la verdad, en el espíritu, esta verdad va a tener más control absoluto que la realidad, porque la realidad salió del espíritu.
Cuando caminas en la verdad, siempre va a ir acompañado de un propósito de Dios. Si tus verdades están basadas en el propósito de Dios, esa verdad durará poco tiempo.
Cuando tú conviertes una promesa de Dios y la haces que sea parte de tu visión, te va a empujar siempre como un átomo, de golpe, entonces te llega el de repente. Los de repente son las añadiduras de Dios.
Las promesas que Dios te ha dado conviértelas en visión, embarázate de esa visión. Dios le dio la promesa a Caleb, pero él sabía que en ese monte había gigantes, pero en los cuarenticinco años Caleb se vio derribando esos gigantes, dormía, soñaba y comía tumbando gigantes.
¿Qué te ha dicho Dios que tú necesitas engendran dentro de ti, tu llamado, tu ministerio? ¿Dónde lo estas engendrando?
Una promesa convertida en una visión, te da los de repentes, te da coraje, deseos de luchar, no lo des todo por perdido dentro de ti.
fuente http://www.iglesiamontededios.org.do/archivo-de-mensajes/
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Bendiciones