La mayoría de los cristianos
comprenden que todos estamos supuestos a leer la Biblia regularmente. Pero,
¿acaso no es cierto que en ocasiones es difícil de entender? Puedes admitirlo,
¡incluso Pedro lo hizo en 2 Pedro 3:16! Aun cuando la “entendemos”, es posible
asimilarlo todo y no ver cambios en nuestra vida (Santiago 1:23-24). Pero la
promesa de Dios de bendecir lo que hacemos solo aplica “si miras atentamente en
la ley perfecta que te hace libre y la pones en práctica y no olvidas lo que
escuchaste” (Santiago 1:25). Veamos tres principios para estudiar la Biblia.
1.
Qué DICE
Antes de poder aplicar lo que
leemos, debemos entender lo que eso significó en el momento en que fue escrito.
Por eso es tan importante el entender el contexto. Veamos tres dimensiones del
contexto:
El contexto bíblico: ¿Quién lo
escribió? ¿Por qué fue escrito? ¿Qué significó para aquellos que lo recibieron?
Sabemos que “un texto sin un contexto es un pretexto”. Por eso es que es
posible citar la Biblia y obtener el significado incorrecto totalmente.
Las
palabras de gente insensata (1 Samuel 26:1-21), falsos profetas (1 Reyes
22:10-28), e incluso el diablo (Job 2:4), pueden encontrarse en la Biblia. El
rey Jeroboam citó Éxodo 32:4, deliberadamente sin contexto, para justificar su
plan de levantar becerros de oro en su reino (1 Reyes 12:28). Pero Pablo elogió
a los de Berea por “escuchar con entusiasmo el mensaje”, pero también “examinar
las Escrituras para ver” por sí mismos que lo que él decía era verdad (Hechos
17:1).
El contexto del tiempo: Es
importante saber dónde encaja el pasaje en la historia. ¿Fue antes o después de
Jesús venir? ¿Describe una situación temporal? En 2 Reyes 18:4, el rey Ezequías
¡destruyó la serpiente de bronce que Dios había mandado a Moisés hacer! ¿Por
qué? La gente la estaba adorando - a un objeto de bronce- como si fuese un
ídolo.
El contexto de la cultura
también puede ser importante: En Génesis 9:2-3, Dios le dijo a Noé que comiera
de todo animal. En Levítico 11, Él le dijo a Moisés y Aarón que separaran a
Israel por su dieta y le diera una lista de animales puros e impuros.
2.
Pregúntale a Dios lo que Él quiere que Obedezca
¡Nunca olvides que tienes
acceso al Autor de la Biblia! Jesús fue reconocido como un maestro con
autoridad (Mateo 7:28-29) y ocasionalmente reveló cosas que la gente no se
había percatado que eran responsables de creer u obedecer. (Lee Éxodo 3:6 y
Mateo 22:32, también Éxodo 20:12 y Mateo 15:3-6.).
3.
Qué puedes compartir
Dios promete que Su Palabra
hará aquello para lo cual Él la envía (Isaías 55:11). Una vez Él ha hecho Su
obra en tu vida, no estás supuesto a guardar las buenas nuevas para ti solamente.
(Lee 2 Reyes 7:1-9.).
Existe una base bíblica para
estos recordatorios. Estos salieron de una declaración sobre uno de los grandes
personajes de la Biblia. Esdras fue alguien muy influyente, pero no tan bien
conocido como Elías, Samuel o incluso Ester (quien aparece en un libro que él
pudo haber escrito). Él era un sacerdote y un escriba en Israel después del
regreso de la nación del cautiverio en Babilonia. Una breve declaración sobre él
nos dice mucho sobre por qué él tuvo un impacto tan profundo en su país:
“Esdras se había dedicado por
completo a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus
preceptos y normas a los israelitas” (Esdras 7:10).
En otras palabras, Esdras leía
la Biblia cuidadosamente para encontrar lo que esta DECÍA. Su propósito era
OBEDECER las leyes de Dios. Luego él pasaba tiempo COMPARTIÉNDOLA con otros. En
Nehemías 8:1-8 vemos que toda la nación de Israel que había regresado del
cautiverio, se mantuvo de pie y escuchó mientras Esdras leía la Biblia y les
ayudaba a entender lo que decía para que pudieran estar de acuerdo con su
verdad. Esto llevó al pueblo a adorar al Señor. Igualmente, convertir a los que
escuchan la Palabra de Dios en adoradores de Dios, debería ser la misión de
cualquier seguidor de Jesús; pero primero tenemos que asegurarnos que nosotros
mismos somos adoradores. Si leemos la Biblia de esta forma, ¡lo seremos!.
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Bendiciones