Articulo opinión por Emilia Santos Frias
Cuando analizo esta
problemática, y su vinculación al freno del desarrollo social de nuestro país,
la República Dominicana, tengo que
abrazar el artículo 56 de la Constitución: “La familia, la sociedad y el
Estado, harán primar el interés superior del niño, niña y adolescente; tendrán
la obligación de asistirlos y protegerlos para garantizar su desarrollo
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales, creará
oportunidades para estimular su tránsito productivo hacia la vida adulta”.
Entonces, ¿qué nos ha pasado?, esta situación es antiquísima, y no logramos
frenarla.
La familia, la sociedad y el
Estado son responsables de esos altos índices que exhibimos en embarazos en
adolescentes, madres adolescentes, abortos en adolescentes, pues, es a esta
trilogía a quien compete, la creación de políticas públicas, sociales; garantía
de deberes y derechos humanos, como la educación integral, en valores,
protección y auxilio a nuestras niñas, niños y adolescentes. Tomando como
parámetro que las niñas y las adolescentes no poseen madurez física, sexual, ni
mental, para decidir libremente.
Tal como nos indica la Carta
Magna, y reitera en el artículo 63: “La familia es responsable de la educación
de sus integrantes y tiene derecho a escoger el tipo de educación de sus hijos
menores”. ¿Será que es aquí donde estamos fallando. Influye la falta de
responsabilidad y compromiso oportuno, sistemático, articulado, serio y en
alianza, de la familia, del Estado en el crecimiento de este flagelo?
Ella, nuestra norma guía,
oráculo de deberes y derechos: la Constitución, en su artículo 55, insiste en
que la familia es el fundamento de la sociedad; el espacio básico para el
desarrollo integral de las personas…, y en ella, se reconoce el valor de los
jóvenes como actores estratégicos en el desarrollo de la Nación. Pero, ¿cómo se
podrá alcanzar ese avance, exhibiendo el 100. 6 de embarazo adolescente, la
cifra más alta de América Latina y el
Caribe, seguidos de Nicaragua, con el
92.8%, Guatemala, 84%, Venezuela 80%, Honduras y Brasil, 68.4% y Costa Rica, el
59.1%, según la División de Población de Naciones Unidas?
Otros datos y cifras
nacionales, aportadas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (unfpa),
indican que, nuestro país se encuentra entre los cinco países de América
Latina, con mayor proporción de embarazos en menores de 15 años y adolescentes
de 15 a 19 años. Así como, en partos vaginales, cesáreas y abortos, en menores
de edad de 15 y de 15 a 19 años.
La tasa de natalidad en
adolescentes de 15 a 19 años en el país es de 90 por cada mil. Casi duplica la
mundial que es de 51. La provincia con mayor proporción de atención de
embarazadas adolescentes es María Trinidad Sánchez (Nagua), San José de Ocoa,
Duarte (San Francisco de Macorís), San Juan de la Maguana, Monseñor Nouel y
Sánchez Ramírez (Cotuí). También, en adolescentes residentes en poblaciones de
la zona noreste del Cibao, la zona Enriquillo de la región suroeste, y
lógicamente las comunidades ubicadas en la frontera.
Unfpa, atribuye la
problemática a la deserción escolar son el embarazo, el cuidado infantil y la
inserción laboral, precisando que el 61.4% de las adolescentes alguna vez embarazadas
en el país, pertenecen a los dos quintiles más pobres de la franja económica.
Más de la mitad de las madres adolescentes (52%) tiene como actividad principal
los quehaceres del hogar. Los partos, cesáreas y abortos en el país
correspondieron a niñas y adolescentes entre los 10 y los 19 años, datos de la
Dirección de Información y Estadísticas del Ministerio de Salud Pública (MSP).
La Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef), afirman que es
consecuencia de cambios socioeconómicos, nuevos estilos de vida e insuficiente
educación sexual. Carencia de políticas públicas de salud sexual y
reproductiva, y que no se valoren los derechos sexuales y reproductivos de las
adolescentes. Asimismo, el impacto de la presión de grupo; curiosidad; abuso
sexual; el sexo como paga por dinero, y la falta de orientación de los padres y
madres. ¡La familia, hermanos-as, la familia!
Lo cierto es que si queremos
alcanzar el desarrollo social, debemos ya frenar esta problemática, y para
hacerlo es necesario el concurso de todas y todos; articulación y alianza de
todos los sectores, que juntos accionen de manera oportuna y podamos hacer verdadero
cambio de comportamiento en nuestra presentes y futuras generaciones. Educación
y prevención; informando además, acerca de las complicaciones que puede sufrir
la salud de la adolescente, una de ellas, la muerte.
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