Articulo de Opinión : Por Wendy Carrasco
La insistencia de que
se incluya el aborto con sus tres causales en el nuevo Código Penal, no es más
que un pretexto para seguir distorsionando la naturaleza de nosotras las
mujeres, el rol que desde el principio de la creación se nos fue dado por el
Señor, que es cuidar, amar y proteger a nuestras crías.
Pensé y analicé las
consecuencias que asumiría al escribir sobre un tema tan controversial que
arrastra a miles y se los lleva somnolientos a un abismo donde espero que se
detengan antes de caer al precipicio.
De acuerdo a la Real
Academia de la Lengua (RAE), aborto significa: Dicho de una mujer o de un
animal hembra; interrumpir de forma natural o provocada, el desarrollo del feto
durante el embarazo.
Unos de los temas más
escabrosos que existen es la muerte, particularmente, reuso hablar de ella,
porque es sinónimo de dolor y misterio, sin embargo, hay mujeres y hombres que
prefieren dedicarse a luchar para que se apruebe el aborto, es decir, la muerte
de un ser indefenso que crece y se desarrolla en el vientre de una mujer, que
se supone es la persona que le recibirá, abrazará y protegerá al nacer.
Los pro aborto dictan
diferentes argumentos para sostener su sangrienta tesis, pero el único
argumento que quiero interponer en este "sí rotundo a la vida", es la
naturaleza de maternidad de la mujer, que abruptamente han querido disfrazar
muchos retorcidos de principios e infundir que la mujer puede decidir sobre el
nacimiento o no de un bebé que crece en sus entrañas.
Recuerdo que hace 22
años en una sala de la Maternidad de Los Mina, mi primera hija estaba luchando
por nacer, y los médicos me dijeron que la bebé se estaba asfixiando, que
incluso, ya había excremento de la bebé dentro de mí. La doctora que se hizo
cargo de mi caso al ver que la situación era de gravedad apuró el paso conmigo
hacia el quirófano y rápidamente me preguntó qué e n caso de que se complicara
la cesárea, por quién yo me decidiría.
Para entonces, era una
joven mujer, sin experiencia, sin un padre que anhelara el nacimiento de su
niña, pero sí con muchos deseos de vivir, sin embargo, el amor que ya sentía
por mi pequeña era tan grande. Los planes que yacían desde mi interior con mi
pequeña Yoli, no me permitieron ni un segundo pensar en mí, yo sin dudar un
segundo le dije, doctora salve a mi bebé.
Han pasado 22 largos
años, gracias a Dios vivimos para amarnos y para recordar que siempre, y por
siempre, habría sido la mejor elección. Yo no dudo en decir una y otra vez...
Sí a la vida, no al borto en ninguna de sus formas.
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Bendiciones